Misery es un relato obsesivo que sólo podía
escribir Stephen King. Un escritor sufre un grave accidente y recobra el
conocimiento en una apartada casa en la que vive una misteriosa mujer,
corpulenta y de extraño carácter. Se trata de una antigua enfermera,
involucrada en varias muertes misteriosas ocurridas en diversos hospitales.
Esta mujer es capaz de los mayores horrores, y el escritor, con las piernas
rotas y entre terribles dolores, tiene que luchar por su vida.
viernes, mayo 09, 2014
Mientras escribo de Stephen King
Pocas veces un libro
sobre el oficio de escribir ha resultado tan clarificador, útil y revelador.
Mientras escribo empieza el relato de la asombrosa infancia de Stephen King y
su extraño y temprano interés por la escritura. Una serie de vívidos recuerdos
de la adolescencia, de la universidad y de los años de lucha que lo llevaron a
la culminación de su primera novela, Carrie, aportan al lector una amena y
divertida perspectiva sobre la formación del escritor.
La niebla de Stephen King
El maestro se supera a sí mismo... en
aterrar. He aquí una serie de historias -unas, horripilantes en su extravagancia;
otras, tan terroríficas que disparan el corazón- que son el producto más
acabado de una de las más poderosas imaginaciones de nuestro tiempo.
En
La niebla, historia inicial del libro, extensa como una novela, un supermercado
se convierte en último bastión de la humanidad al invadir la tierra un enemigo
inimaginable... En los desvanes hay cosas que conviene dejar tranquilas, cosas
como El mono... La más soberbia conductora del mundo le ofrece a un hombre El
atajo de la señora Todd, para llegar antes al paraíso...
En
fin, todo un ramillete de emociones y escalofríos, cuyas flores se abren por la
noche...
La mitad siniestra de Stephen King
Cuando Thad Beaumont en pleno bloqueo creativo, después de que su novela Las súbitas bailarinas optara al Premio Nacional de Literatura y lo perdiera, decidió seguir los consejos de su mujer y publicar una serie de thrillers retorcidos y sangrientos bajo el seudónimo de George Stark, no pensó, ni por asomo, que le sería tan difícil «deshacerse» de ese otro yo que, no se explicaba cómo, había dejado de ser ficticio.
Cuando el comisario Alan Pangborn apareció en su casa acusándole de un brutal asesinato, Thad quería afirmar su inocencia, asegurar que nada tenía que ver con todos esos monstruosos asesinatos cometidos tan cerca de su casa, ni con la retorcida mente que protagonizaba sus novelas policíacas, ni con las llamadas de aquella voz que, obscena y susurrante, le pedía al teléfono que se rindiese. Pero ¿cómo podía explicar que sus huellas ensangrentadas aparecieran por todas partes en la escena del crimen?
La chica que amaba a Tom Gordon de Stephen King
«El mundo tenía dientes y podía morderte en
cualquier momento. Trissha McFarland lo descubrió cuando tenía nueve años. A
las diez de una mañana de principios de junio estaba sentada en el asiento
trasero del Dodge Caravan de su madre, vestida con una sudadera azul de los Red
Sox (la que llevaba 36 Gordon estampado en la espalda), y jugaba con su muñeca.
A las diez y media se había perdido en el bosque. A las once intentaba contener
su terror, no pensar: Esto va en serio, esto va muy en serio. Intentaba no
pensar que, en ocasiones, cuando la gente se perdía en el bosque salía
gravemente dañada. A veces incluso moría.» «Comienza con la inocencia, pasa por
el valle de las sombras de la muerte y termina con un guiño benévolo del
autor.»
El ciclo del hombre lobo de Stephen King
Estamos en Maine, una región boscosa en la que
puede ocultarse cualquier ser. Huellas de lobo en el barro, gruñidos en las
noches de luna llena, el miedo por todas partes; siempre un pueblo perdido
entre las boscosas colinas. Después de aparecer varios cadáveres se organiza
una batida por los alrededores del pueblo que acaba trágicamente. El único que
cree en la presencia de un hombre lobo es Marty, un muchacho paralítico que
emprende la búsqueda por su cuenta. En el bosque se tropieza con la abominación
y lo hiere un ojo. Al día siguiente, el único que tiene el ojo vendado es el
sacerdote…
Cementerio de animales de Stephep King
Church estaba allí otra vez,
como Louis Creed temía y deseaba. Porque su hijita Ellie le había encomendado
que cuidara del gato, y Church había muerto atropellado. Louis lo había
comprobado: el gato estaba muerto, incluso lo había enterrado más allá del cementerio
de animales. Sin embargo, Church había regresado, y sus ojos eran más crueles y
perversos que antes. Pero volvía a estar allí y Ellie no lo lamentaría. Louis
Creed sí lo lamentaría. Porque más allá del cementerio de animales, más allá de
la valla de troncos que nadie se atrevía a trasponer, más allá de los cuarenta
y cinco escalones, el maligno poder del antiguo cementerio indio le reclamaba
con macabra avidez...
El resplandor de Stephen King
REDRUM. Esa es la palabra que Danny había visto en el espejo.
Y aunque no sabía leer, entendió que era un mensaje de horror. Danny tenía
cinco años. Y a esa edad pocos niños saben que los espejos invierten las
imágenes y menos aún saben diferenciar entre realidad y fantasía. Pero Danny
tenía pruebas de que sus fantasías relacionadas con el resplandor del espejo
acabarían cumpliéndose: REDRUM… MURDER, asesinato. Pero su padre necesitaba
aquel trabajo en el hotel. Danny sabía que su madre pensaba en el divorcio y que su padre se
obsesionaba con algo muy malo, tan malo como la muerte y el suicidio. Sí, su
padre necesitaba aceptar la propuesta de cuidar de aquel hotel de lujo de más
de cien habitaciones, aislado por la nieve durante seis meses. Hasta el
deshielo iban a estar solos. ¿Solos?...
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